12 marzo 2008

Cinco bebés y el descenso

Argentina
Cinco bebés y el descenso
Por: Carlos del Frade (APE)
Fecha publicación: 12/03/2008

 

 
Tema: Situación en la Provincia de Buenos Aires
País/es: Argentina

Cinco bebés no podrán pronunciar jamás la palabra mamá.

Fue en el Hospital Fiorito, en la populosa y ex ciudad obrera del Gran Buenos Aires, Avellaneda, cuna de gestas heroicas y clubes de fútbol cuyas historias se parecen más a leyendas que a crónicas deportivas.

Fue allí, en ese hospital, que no había personal suficiente para limpiar e higienizar las salas de Neonatología por decisiones políticas que eligieron recortar el presupuesto de un espacio de salud pública.

En veinte días, entonces, una de las consecuencia fue el viaje hacia otro lugar del universo, de cinco bebés, cinco pedacitos del amor del pueblo que ya no están en estas tierras arrasadas por la voracidad de unos pocos.

Así está Avellaneda, así está el país.

¿Cómo se llamarían esos pibes que jamás sabrán sus nombres?

¿A quién le importa cómo se llamaban esos cinco bebés que murieron en el Hospital Fiorito de Avellaneda como lógica consecuencia de un recorte presupuestario tomado desde algún escritorio burocrático?

La explicación oficial le echa la culpa a las bacterias.

Es una cínica coartada: 'En el Ministerio de Salud bonaerense admitieron la gravedad de la situación, aunque dijeron que eran 'bebés prematuros inmunodeprimidos sumamente expuestos a las infecciones'. El Ministerio nombró seis enfermeras 'para controlar la sepsis', dijo Reynaldo Reimondi, director provincial de Hospitales', apuntaron las crónicas periodísticas. Agregaron que 'la infección fue producida por dos bacterias muy frecuentes en ámbitos hospitalarios: klebsiella y estafilococo. 'Si no se toman las medidas de higiene adecuadas, el riesgo infeccioso se incrementa', dijo María Sosa, jefa del Servicio de Neonatología. 'El otro día sorprendí a una mucama limpiando la sala con el mismo trapo con el que había limpiado el baño, lo que habla de un desconocimiento absoluto de las normas de bioseguridad', dijo Sosa. 'Esto ocurre porque también falta personal de limpieza', indicaron ante los medios de comunicación.

Pero la verdad es otra. Está más allá de las bacterias.

El director del Fiorito reconoció la falta de mucamas y confirmó que 'se solicitó al Ministerio más presupuesto para incrementar el personal de limpieza'. Baglietto atribuyó las muertes a la desgracia: 'En una terapia neonatal se internan pacientes muy delicados con altas probabilidades de fallecer y cuando el recurso es escaso, se pueden dar estas situaciones', señaló en una especie de justificación metafísica para explicar la muerte de los cinco bebés. Fue en Avellaneda, ciudad que alguna vez fue obrera y orgullosa de sus equipos de fútbol, síntesis de aquel magma popular.

Hoy, después de las tormentas de saqueos y posteriores siembras de indiferencias, uno de esos clubes ya no le pertenece más a los socios, lo privatizaron y está a punto de descender. Un descenso que, en realidad, está hablando de otros descensos ahora en la cancha grande de la historia, en la cancha grande del presente.

El descenso en la que están sumergidas las grandes masas populares de Avellaneda que, entre otras cosas, no pueden reaccionar cuando cinco bebés son tragados por la monstruosa maquinaria del sistema.



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