12 marzo 2012

Roger Waters go home-Columna política por Alfredo Leuco, Radio Continental.


Comienza el espacio llamado: “seguimos ganando amigos”. O aprovecho la libertad para ir contra la corriente, para provocar. No tengo nada profesional contra Roger Waters. Soy un ignorante musical y por lo tanto escucho lo que dicen los que saben y respeto. Todos coinciden en que Roger Waters es un hombre talentoso, que Pink Floyd fue una de los grandes grupos de todos los tiempos y que el espectáculo de River es asombroso y deslumbrante desde lo artístico y lo técnico. No va por ahí mi molestia. 
El amigo Rogelio Aguas se ha convertido en mi caso, en la gota que desbordó el vaso de mi paciencia con los millonarios que para lavar sus culpas trabajan de pobres y revolucionarios. ¿Se entiende? Ni siquiera me molesta que Rogelio se lleve el 90% de la recaudación ni el 80% de lo que aportan los auspiciantes. Si se lo pagan es porque lo vale. Nadie regala nada. Pero me satura ese
marketing de lo políticamente correcto. Dice obviedades con las que el 95% de la humanidad está de acuerdo.

¿Quién está de acuerdo con la guerra, la pobreza, el autoritarismo? Nadia, o casi nadie. Me gustó su coraje de decir que las Malvinas son argentinas, postura coherente con su histórico anticolonialismo. No entiendo bien porque reculó en chancletas. ¿Cómo se dirá recular en chancletas en inglés? Pero bueno, tampoco es tan terrible aunque sentí que nos tomaba un poquito de tontos cuando desmintió lo que claramente dijo con todas las letras. Lo que me irrita un poco, tampoco demasiado, no exageremos, es esa actitud de llevarse 25 millones de dólares en 15 días y darnos cátedra de buenos modales ideológicos. Hay que ser bueno con los pobres, con los indios, con los viejos y los chicos.

Ya saben muchachos. Ustedes hagan eso y yo me la llevo en pala. Y no se trata de dos pesos con cincuenta. Hablamos de una fortuna. No sé quien es capaz de ganar 25 millones de dólares en 15 días. Casi dos millones de dólares por día. Me parece un poco mucho si encima nos da cátedra de solidaridad con los más necesitados. El músico Adrian Iaies dijo algo parecido: hace un poco de ruido eso de gritar con el megáfono desde el techo de un Rolls Royce. ¿Se entiende? Iván Noble fue al hueso: No digo que Rogers sea un cínico. Pero su discurso es menos potente que su obra. Insisto: me parece bien que gane mucho dinero. 

Me parece bien que sea pacifista. Pero olfateo algo del doble discurso y de la hipocresía que anda caminando en paralelo. Nueve estadios de River llenos y no quiso hacer una actuación gratis en la calle para los que no pueden pagar entradas que van de 160 a 1.200 pesos. Y en la reventa llegaron a costar 2.000 pesos. Me parece demasiado. Me suenan como marxistas que dicen “millonarios del mundo, uníos”. Son como che guevaras de cinco estrellas. Hay demasiado panfleto con aroma a perfume francés. Despotrica contra el capitalismo, dinamita la sociedad de consumo y se lleva 25 millones de dólares en el bolso. Viaja con un sommelier propio el compañero. 

Le soy sincero y le pido disculpas a aquellos que lo aman. Pero ese chamuyo culposo de los millonarios me está cansando. Hablo de esos como Roger que viven en la suite imperial del Faena que tiene 300 metros cuadrados, baños con piso de mármol, jacuzzi con vista a Puerto Madero pero que viste de jeans, remera étnica y zapatillas. Esos que elogian la revolución cubana desde Paris, esos que sienten asco por los porteños desde Rosario, esos que dicen que hicieron una opción por los pobres desde Calafate. Y todos con los bolsillos llenos y las cuentas bancarias desbordantes. Unos la ganaron en buena ley como Rogelio y otros de la mano del estado que somos todos. Me rebela porque hay algo de obsceno en todo eso. 

Espero que se comprenda. Prefiero a Roger Waters antes que a George Bush, es una obviedad. En realidad prefiero a todo el mundo antes que a Bush. Pero de todos, me quedo con Ricardo Lagos, o Michelle Bachellet, o Lula, o Binner, o Alfonsín, o Emilio Pérsico, o Victoria Donda, o Margarita Stolbizer, o Víctor de Gennaro, o León Gieco o el gran Pepe Mujica. Hacen lo que dicen y viven como piensan. Esos son los mejores. Los más coherentes. A esos les creo más. Aunque esté más o menos de acuerdo con su pensamiento político. Eso es otra cosa. Hablo de una actitud que de testimonio de lo que se pregona. De sostener con el cuerpo lo que se dice con el pico. 

Recuerdo una pintada en una gran pared que decía: “Menem, volvé” y alguien le agregó dos letras con aerosol y quedó: “Menem, devolvé”. Pienso lo mismo de Rogelio. Que vuelva todas las veces que quiera. Lo de go home era una broma. Pero que devuelva algo. Los más humildes de los que tanto hablan se lo van a agradecer. Rompa la pared Rogelio. Rompa la pared. Pero que no la arregle su empresa constructora. 

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