Microhistorias de la Ciudad de Trujui
"MIRANDO PASAR LA VIDA A TRAVES DE UNA VENTANA" o "JUAN, la TELE y el SILLON"
Juan seguía sentado en el sillón, ubicado frente al televisor.
Le faltaban pocos días para cumplir un año en ese mismo lugar.
Todo comenzó el día en que vio en algún noticiero, al Profeta Barrionuevo decir "en este país nadie hace plata trabajando". Profundamente impresionado, Juan, que trabajaba desde los cinco años, que nunca había esquivado esfuerzos para que a su familia no le faltara nada, se dejo caer pesadamente en el sillón donde todavía estaba.
Exactamente once meses, veintidós días y dieciséis horas llevaba Juan, sentado en el mismo lugar.
Su familia se preocupo al principio, especialmente cuando Juan comenzó a hacer sus necesidades en el sillón.
Porque comía, dormía, soñaba, lo bañaban, todo, en el mismo sillón .
Se pueden imaginar ustedes, como se fue deteriorando, e inclusive el aspecto bastante deplorable que presenta en este momento.
Del olor ni les cuento. Pero Juan había elegido repensar su vida ahí, y de ahí no lo movían ni Bush ni Bin Laden.....
Así estaban las cosas. Los días pasaban y Juan seguía sentado en el sillón frente al televisor. Por allí pasaba su vida. Noticias, películas, fútbol, dibujitos animados, gran hermano incluido. Si había algo que parecía motivarlo, -bah, digo "motivarlo" por decir algo, porque apenas parpadeaba un poco mas que lo acostumbrado- eran los programas o películas que tocaran el tema de los extraterrestres.
¡Como le gustaban esos programas! ¡Si hasta se acomodaba hasta tres veces por hora en el sillón!.
Nadie sabia lo que ocurría dentro de la cabeza de Juan. Su esposa se fue acostumbrando al estado casi catatónico de Juan, y hasta empezó a salir -de compras primero- con sus amigas.
Por ahí conoció un negrazo, grandote y "chamuyero", que le alcanzo los paquetes que se le cayeron, igualito que en la película que Juan había visto ese día, y se dijo: "todavía soy joven, todavía quiero vivir". Y le dio para adelante.
Por supuesto que Juan, ni enterado.
Un día, mientras miraba "Expedientes secretos X", Juan empezó a mostrar señales de vida. Primero grito. Fue un sonido extraño, gutural, desde el fondo del tiempo.
Juana, su señora, se asusto y a la vez se alegro.
Por supuesto que la alegría le duro hasta que se acordó del "negrazo" con el que se veía. Pero parece que ya no había vuelta atrás.
Evidentemente, Juan estaba como "queriendo recuperarse" de su "viaje televisivo", y empezó a tratar de moverse ahí mismo, en el sillón.
Le costaba horrores, pero parecía haber recuperado la voluntad que lo caracterizo toda la vida, y hasta se pudo parar y dar unos pasitos
Lo que se le hacia muy difícil, casi imposible, era dejar el control remoto.
Y cuando se lo sacaban sin que se de cuenta, seguía haciendo los gestos característicos de apretar los botoncitos para cambiar de canal.
Fue mejorando despacito, hasta que un buen día, se despertó, se levanto del sillón, fue solo hasta el baño y después de hacer lo que necesitaba, se lavo la cara , se peino, se afeito y hasta se puso un poco del perfume añejo que todavía le quedaba.
Su mujer, que lo amaba a pesar de todo, le contó de su relación con el "negrazo" pero Juan no solo no reacciono mal, sino que la abrazo y le dijo "no importa viejita, el cuerpo es solo un envase que no nos pertenece pero que nos esclaviza, haciendo de nosotros unos simples servidores del mismo y al final terminamos transfiriendo la materia a la madre tierra, y la fuerza espiritual, bla, bla, bla, bla...." palabras que emocionaron a su esposa, pero que también la alertaron de que, o Juan había evolucionado a un nivel superior de conciencia, o que estaba lisa y llanamente "re-pirado".
Pero Juan seguía estando bien, recuperándose, aunque a veces le aparecía el "tic" de apretar el control remoto sin tenerlo en la mano.
Los amigos volvieron a la casa. Los parientes también, pero todos recibían una advertencia: "el siquiatra dijo que no lo dejemos ver noticieros ni programas periodísticos ni disgustos, porque podría desencadenarse una serie de acontecimientos mentales que bla, bla, bla,...."
Un día, Juan salió solo a dar una vuelta.
Justo ese día, se le ocurrió al "negrazo" amigo de su mujer ir hasta la casa a "ver que pasaba, porque no viniste mas a verme" y palabra mas, palabra menos, se fue calentando el ambiente y , de carne débil, Juana se dejo llevar por el deseo.
Estaban usando el sillón de Juan, cuando este llego de improviso y los vio.
Dicen los vecinos que salió corriendo, gritando como un loco y que cuando cruzaba la calle vio un colectivo de "La Perlita " que se le venia encima sin alcanzar a frenar.
Y que se quedo paradito y estiro la mano "así, como si quisiera cambiar la tele con el control remoto, vio?".
Fue lindo el velorio. De película, casi......
Daniel Grasso
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