* El presidente del Banco Central, en el ojo de la tormenta, habla de todo. El 28D y la meta de inflación fallida. La tasa. El dólar. Las Lebac.
La interna económica. Las expectativas.
—¿Cuál es su balance de la política cambiaria de estos dos años?
—Nosotros defendemos fuertemente la idea del tipo de cambio flotante. Es un camino que comenzó con la apertura del cepo, que hicimos tres días después de que asumiera como presidente del
Banco Central. Trabajamos durante una semana, eran 89 regulaciones que había que desarmar. Cuando uno desarma una bomba gradualmente, la tensión se siente en el cuerpo. Recuerdo la reunión de directorio donde hicimos esto: era como enfrentarse a una bomba. Cortamos el cable rojo, cortamos el verde, cortamos el azul y así. Empezamos al mediodía y terminamos a las dos de la mañana, 14 horas seguidas trabajando a pura tensión. Esto lo podemos sacar, esto no. Nosotros nos fuimos a dormir a las dos de la mañana, y se quedó gente del equipo para publicar la norma, para que estuviera al otro día. Como el mercado abre a las 10, nos juntamos a las 8 para hacer el paneo de todo lo que podía ocurrir. Y arrancamos. Con un tipo de cambio flotante, que para mí tiene tres grandes beneficios. Primero, es un amortiguador de shocks externos. Eso ha funcionado muy bien. Si uno revisa los últimos cinco trimestres, el crecimiento que tuvo Argentina es el de menor volatilidad que registramos en la macro argentina. El segundo es que mantiene el balance interno. Si alguien se preocupa y dice: “Uy, el déficit comercial se está haciendo grande”. El mercado lo ve, inmediatamente. Si la situación es insostenible y va a generar problemas en el tipo de cambio, el mercado lo anticipa. Ese tipo de cambio flotante permite acomodar las cosas y hace que los desequilibrios no terminen creciendo más de lo que debieran. Y el tercer punto, que es algo que va a llevar un poco más de tiempo, es que va a generar el proceso de la desdolarización. Ese dólar que hoy sube o baja es lo que hará que, en algún momento, el argentino diga: “Yo ¿en qué gasto? En una canasta de consumo local, de acá”. Entonces, lo que necesita es un instrumento de ahorro que lo preserve, no algo que fluctúe arriba, abajo, que por ahí si compro en un momento me va bien, pero si compro caro, me va mal. Será muy bueno para la Argentina ese proceso de desdolarización.
—¿Cuál sería el punto de equilibrio del precio del dólar que necesitará la economía a fin de este año?
—Es muy difícil de saber. El tipo de cambio tiene flexibilidad para acomodarse a los shocks. Será diferente si el precio de la soja sube, si el