16 junio 2012

*VIOLENCIA DE GENERO*Desde Tailandia, pidió que la ayuden a escapar de su marido*ODISEA de una mujer argentina*


Un relato desesperado a través de Skype encendió el alerta. Gisela Zavala (28) pedía a su familia a través de una computadora que la ayudaran. A miles de kilómetros, confesaba que era víctima de un doloroso caso de violencia doméstica: “Me golpeó, me tiró al piso y me pateó. Me molió a palos delante de los chicos”, imploró la chica desde la ciudad de Bangkok, capital de Tailandia, a su madre y sus hermanas que escuchaban azorados en el living de su casa en La Plata.


El presunto autor de los maltratos es su esposo, el arquero de fútbol Lucas Echenique, contratado por el FC Sriracha de ese país del lejano oriente desde hace dos años. Gisela y Lucas están casados y tienen dos hijos: una nena de 7 y un nene de 3. El jugador había pasado por Arsenal de Sarandí y Excursionistas antes de conseguir el contrato en Tailandia.

Según contaron a Clarín sus familiares que viven en Villa Ponsatti –en las afueras de la capital provincial– el matrimonio tuvo algunos conflictos. Incluso antecedentes de agresiones contra la mujer. Pero ella decidió concederle otra oportunidad al matrimonio. Entonces, hace dos meses, Gisela aceptó la invitación para vivir con el jugador en su nuevo lugar de trabajo. Echenique mandó los pasajes y comenzaron los trámites de migración.

“Le pidió que llevara los nenes. Le decía que los extrañaba y que ambos podrían recomponer la familia y rehacer sus vidas”, dijo su mamá Susana a este diario.

Gisela viajó pero se encontró con una ingrata sorpresa: Echenique tenía otra mujer y comenzaron los maltratos. Además, pretendía quedarse con sus hijos. La obligaba a quedarse encerrada en un departamento y comenzó a golpearla.

Hasta que Zavala pudo escapar. Aprovechó que a su marido lo internaron para una práctica médica y fue a un ciber a contactarse con sus familiares en la Argentina. Allí comenzó un proceso desesperado para Susana y los hermanos de la chica que desde La Plata buscaban una manera de repatriarla.

“Ella tenía pasaje de regreso, pero nosotros no podíamos mandarle los 300 dólares para los impuestos por las restricciones que existen para la compra de dólares”, comentó Susana.

Entonces, acudieron a la policía de la Mujer y a la Justicia. Intervino el fiscal Marcelo Romero, quien después de ver los videos donde quedaron registrados los pedidos dramáticos de Gisela –y las pruebas de los golpes en la cara de la chica– envió un pedido diplomático al consulado argentino en Bangkok.

Según explicó Romero, el trámite tuvo resultados inmediatos. A través de Interpol lograron auxiliar a Gisela y la trasladaron a un hotel con sus hijos. Ahora esperan con ansiedad el retorno de la hija, que pasó por una historia de terror a más de 12 mil kilómetros de sus afectos.

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