Carlos del Frade (APE)
“…Los representantes de los obreros de diferentes países, resolvieron fijar el primero de Mayo de 1890 como fiesta universal de obreros con el objeto de iniciar de nuevo y con mayor impulso y energía, en campo ampliado y armónica unión de todos los países, esto es, en fraternidad internacional, la propaganda en pro de la emancipación social”, decía el “Manifiesto a todos los Trabajadores de la República Argentina. ¡1 de Mayo de 1890!. ¡Trabajadores!. Compañera: Compañeros: ¡Salud!. ¡Viva el primero de Mayo: día de fiesta obrera universal!”.Aquella fecha surgió como consecuencia de la gran huelga protagonizada por más de 300 mil trabajadores norteamericanos el primero de mayo de 1886 que exigía no solamente las ocho de trabajo sino también el fin de la explotación contra un millón setecientos mil chicas y chicos de diez y quince años que soportaban jornadas de 14 a 16 horas diarias y la construcción de un mundo nuevo basado en la solidaridad y la justicia social.
Ciento veintiséis años después, la Argentina presenta una geografía existencial que contrasta con los números oficiales que predican una realidad más vinculada al deseo que a la cuestión concreta.
Al revisar las cifras del propio Ministerio de Trabajo de la Nación, aparecen los accidentes laborales.
En la Argentina del presente se producen 630.766 accidentes laborales por año, 1.752 por día.
73 accidentes laborales por hora, más de uno por minuto en la Argentina del tercer milenio.
Y, según se mida, entre dos y más de veinte personas pierden la vida cada veinticuatro horas en el país que durante décadas fue faro de los derechos laborales en el mundo.
De tal forma, es necesario tomar conciencia que muchos de los buscan ganarse la vida la terminan perdiendo.
Como decía Pitágoras, del otro lado de la cifras está el secreto del universo, de la vida.
Para la cartera laboral hay solamente un 6,7 por ciento de desocupados.
Pero la misma repartición informa que el 34,3 por ciento de los asalariados no está registrado.
Es decir que más de la tercera parte de los trabajadores en la Argentina actual está precarizada aún para las mismísimas cifras oficiales del Ministerio de Trabajo de la Nación.
Ese grado de precarización demuestra la permanencia de la matriz de los años noventa, donde el trabajo en blanco era elegido como objetivo por los sectores empresariales para mantener sus tasas de ganancias.
En la Argentina, durante mucho tiempo, se sostuvo que “los únicos privilegiados eran los niños”.
La página oficial del Ministerio de Trabajo de la Nación informa que el 6,5 por ciento de las niñas y niños de cinco a trece años tiene actividades laborales.
Una cifra aproximada de 664.449 chicas y chicos, según el último censo de población del año 2010.
Sin embargo, para el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina el número asciende a más de un millón cuatrocientos mil pibas y pibes en esa situación.
Cifra parecida a aquella que marcaban los anarquistas y dirigentes sociales que impulsaron el primer primero de mayo de la historia.
Realidades que continúan y que hacen del día internacional de los trabajadores una fecha para protagonizar la construcción de un presente distinto donde la realidad se haga de acuerdo a la existencia de los que son más y no siga deformada por la falsificación de números y recortes intencionados.
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