Italia está sumergida en una dramática emergencia humanitaria nacional por la oleada de suicidios de los desesperados aplastados por La Gran Crisis. Hoy en Bolonia, las “viudas de la recesión”, también llamadas “viudas blancas”, desfilaron por el centro de la ciudad para evocar las memorias de sus maridos y protestar contra la poca sensibilidad del gobierno.
Con banderas blancas que recordaban los pañuelos de las madres de Plaza de Mayo, que hace 35 años comenzaron a desfilar en plaza de Mayo para denunciar la tragedia de los desaparecidos argentinos, los parientes de las víctimas de la crisis y las medidas de austeridad a toda costa, expresaron su rabia y desaparición. La marcha culminó frente al edificio de la Agencia de las Entradas, que cobra en Italia los impuestos, donde el 28 de marzo el artesano Giuseppe Campaniello, se prendió fuego como hacían los bonzos (religiosos budistas) vietnamitas, aplastado por las deudas que tenía con el fisco.
La manifestación partió del Hospital Mayor de Bolonia y a su paso la gente aplaudió a las viudas, sobre todo de Tiziana Marrone, la mujer de Campaniello, quien junto con Elisabetta Bianchi organizó la protesta y el acto de memoria.
La “viuda de la recesión” habló junto al lugar donde aún se observan en el piso las manchas negras del combustible que usó en un extremo reclamo de comprensión hacia los que sufren La Gran Crisis, su marido el artesano Campiello.
“Son demasiado los suicidios”, dijo la señora, muy emocionada. En promedio este año dos personas mueren por su voluntad. La mitad son desocupados que han perdido su trabajo o nunca lo han conseguido. Los otros son jubilados, artesanos, pequeños y medianos empresarios, o desesperados que no saben como afrontar la crisis y su extrema soledad.
Tiziana Marrone reclamó a las instituciones “hacer algo porque los poderosos son los únicos que pueden hacer algo útil”. Y agregó: “La desesperación es total y mi marido no se sintió apoyado por nadie. Hemos querido hacer esta manifestación como un deber, porque nadie hace nada”. Un gran cartel de tela blanco llevaba estampada una foto de Giuseppe Campaniello.
Mientras la marcha de las viudas de La Gran Crisis caminaba por las calles de Bolonia, el Papa Benedicto XVI habló en el Vaticano ante un grupo de embajadores que presentaban las cartas credenciales. El pontífice mostró su preocupación por el cariz dramático de la recesión italiana y la crisis en el resto de Europa. “Cuando la miseria coexiste con grandes riquezas, nade una impresión de justicia que puede transformarse en fuente de revueltas”, advirtió
El Papa Ratzinger reclamó que los Estados velen para que “las leyes sociales no aumenten las desigualdades y permitan a todos vivir de modo decente”.
“La crisis económica mundial llevan cada vez a más familias a una creciente precariedad”, concluyó.
Con banderas blancas que recordaban los pañuelos de las madres de Plaza de Mayo, que hace 35 años comenzaron a desfilar en plaza de Mayo para denunciar la tragedia de los desaparecidos argentinos, los parientes de las víctimas de la crisis y las medidas de austeridad a toda costa, expresaron su rabia y desaparición. La marcha culminó frente al edificio de la Agencia de las Entradas, que cobra en Italia los impuestos, donde el 28 de marzo el artesano Giuseppe Campaniello, se prendió fuego como hacían los bonzos (religiosos budistas) vietnamitas, aplastado por las deudas que tenía con el fisco.
La manifestación partió del Hospital Mayor de Bolonia y a su paso la gente aplaudió a las viudas, sobre todo de Tiziana Marrone, la mujer de Campaniello, quien junto con Elisabetta Bianchi organizó la protesta y el acto de memoria.
La “viuda de la recesión” habló junto al lugar donde aún se observan en el piso las manchas negras del combustible que usó en un extremo reclamo de comprensión hacia los que sufren La Gran Crisis, su marido el artesano Campiello.
“Son demasiado los suicidios”, dijo la señora, muy emocionada. En promedio este año dos personas mueren por su voluntad. La mitad son desocupados que han perdido su trabajo o nunca lo han conseguido. Los otros son jubilados, artesanos, pequeños y medianos empresarios, o desesperados que no saben como afrontar la crisis y su extrema soledad.
Tiziana Marrone reclamó a las instituciones “hacer algo porque los poderosos son los únicos que pueden hacer algo útil”. Y agregó: “La desesperación es total y mi marido no se sintió apoyado por nadie. Hemos querido hacer esta manifestación como un deber, porque nadie hace nada”. Un gran cartel de tela blanco llevaba estampada una foto de Giuseppe Campaniello.
Mientras la marcha de las viudas de La Gran Crisis caminaba por las calles de Bolonia, el Papa Benedicto XVI habló en el Vaticano ante un grupo de embajadores que presentaban las cartas credenciales. El pontífice mostró su preocupación por el cariz dramático de la recesión italiana y la crisis en el resto de Europa. “Cuando la miseria coexiste con grandes riquezas, nade una impresión de justicia que puede transformarse en fuente de revueltas”, advirtió
El Papa Ratzinger reclamó que los Estados velen para que “las leyes sociales no aumenten las desigualdades y permitan a todos vivir de modo decente”.
“La crisis económica mundial llevan cada vez a más familias a una creciente precariedad”, concluyó.
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