Ayer, con la publicación en el Boletín Oficial del decreto que le quita la concesión de las líneas Mitre y Sarmiento a la empresa Trenes de Buenos Aires (TBA), el Gobierno pretendió evitar la mínima autocrítica al culpar de todo a la incompetencia del Grupo Cirigliano, y pasó por alto la tragedia de Once que dejó 51 muertos. De los cien párrafos que tienen los considerandos del Decreto 793, sólo dos se refieren a la masacre ocurrida en febrero pasado. Y en ninguno de ellos se menciona el saldo de medio centenar de muertos. Tanta precaución de sacarse responsabilidades de encima podría volverse en contra si TBA revelara alguna de las múltiples comunicaciones entre la empresa y el Gobierno.
Ya en 2008, Claudio Cirigliano –a través del gerente general y vicepresidente de TBA, Jorge Alvarez– le envió un mail al ministro Julio De Vido en el que detallaba “los graves problemas” que estaban padeciendo, y destacaba que entre las obras pendientes, “fundamental para la seguridad de los pasajeros”, estaba el tramo Once-Castelar. Ese reclamo puntual mañana cumple cuatro años; el grupo concesionario lo realizó el 27 de mayo de 2008, cuando ya temía que ocurriera una tragedia.
En el decreto presidencial que se publicó ayer en el Boletín Oficial sólo se señalan los pecados de TBA:
“Esta rescisión opera por culpa exclusiva de la concesionaria en virtud de sus graves y reiterados incumplimientos, en virtud del interés público comprometido”. Sin embargo, los cruces por correo electrónico entre el Grupo Cirigliano y el ministerio de Planificación permiten contextualizar la relación que acaba de romperse.
¿De dónde surgen los mensajes que clarifican los lazos entre el concesionario TBA y el Gobierno? En una causa sobre espionaje que lleva la jueza de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, se apilan varias fojas de mails interceptados por una banda que se ocupaba de espiar a políticos, funcionarios y periodistas. Entre ellos, al entonces secretario privado de Julio De Vido, José María Olazagasti (en la actualidad, uno de los nuevos directores de YPF).
Reclamos efectivos. El mensaje más revelador es el enviado por uno de los Cirigliano, quien bajo el título “Asunto TBA” le escribía al entonces mano derecha de De Vido: “Estimado amigo: te detallo a continuación los graves problemas que estamos padeciendo. a) Certificados de obra vencidos”, y luego de un detalle exhaustivo que incluía “barreras Sarmiento” y “equipo mantenimiento vías”, reclamaba la suma adeudada de 47.536.545 pesos.
En el inciso b), Cirigliano se quejaba y daba nombres: “Mayores costos de las obras de inversión; hace sesenta días lo hablamos con Llorens y sigue dando vueltas sin tener una definición, por lo que se nos están parando las obras en ejecución”. Llorens es Rafael, el subsecretario de Legal y Técnica del Ministerio de Planificación que conduce De Vido.
Por último, en el punto c) estaba el alerta sobre la línea Sarmiento, con particular sintaxis: “De las obras pendientes de Resolución está la obra de vía entre Once y Castelar que además de ser fundamental para la seguridad de los pasajeros y un correcto funcionamiento de la Línea Sarmiento tenemos tanto la Secretaría como TBA un juicio en trámite por contaminación sonora por parte de algunos vecinos y está (el sindicato) La Fraternidad reclamándonos permanentemente por el estado de la vía además de las continuas observaciones por parte de la CNRT” (sic). La comunicación termina con un “desde ya muy agradecido y un fuerte abrazo. Sergio Claudio Cirigliano”.
Como se ve, Cirigliano reclamaba el dinero para las obras, pero por las dudas advertía que la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) le hacía permanentes observaciones sobre el estado de las vías.
Buenos muchachos. Por la misma época de estos reclamos, los Cirigliano también proponían gestos de compensación para el Gobierno, que estaba inmerso en la batalla por las retenciones contra el campo. Un mensaje de Daniel Millaci, de la Cámara Empresaria de Autotransporte de Pasajeros, bajo el control del Grupo Cirigliano, muestra cómo intentaban negociar apoyo por efectivo, aunque de manera indirecta.
Millaci le escribe al secretario de De Vido y le aclara sin sonrojarse: “Me dirijo a usted nuevamente por instrucción del señor Cirigliano” para remitirle una lista de asistentes a una reunión con Cristina Kirchner. Luego de detallar nombres y cargos de los empresarios, Millaci vuelve a dejar por escrito que la idea no les pertenecía: “La reunión, de acuerdo con las instrucciones recibidas, sería básicamente para ratificar el apoyo del sector a la gestión de la Presidenta de la Nación”.
Es probable que, en los tres meses que pasaron desde la tragedia del Once, el Gobierno y el Grupo Cirigliano hayan acordado una salida, un pacto propio de ellos.
Por ejemplo, que TBA se lleve el costo del desastre a cambio de impunidad, así como antes cambiaban apoyo al modelo por liberación de partidas de dinero. Tal vez, como vino ocurriendo desde 2003, la estrategia sea eficiente para el Gobierno y el ex concesionario. Lo único que queda claro es que de esta relación de aprietes, apoyos explícitos e incumplimientos de ambos bandos surgió la condena fatal para 51 pasajeros.
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